Medellín, Nov. 18 – Agencia de Noticias UN
El deslizamiento ocurrido el domingo anterior en el sector la Cola del Zorro, del exclusivo barrio El Poblado de Medellín, puso en evidencia una realidad de la ciudad que pocos se han atrevido a enfrentar: una transformación del territorio y una densificación intensa en las laderas. Así lo afirmaron expertos en Geología y Obras Civiles de la UN en Medellín.
La ciudad, acostumbrada a vislumbrar este tipo de hechos en zonas marginales, vio con sorpresa cómo cerca de 45 mil metros cuadrados cúbicos de tierra cayeron sobre seis viviendas de la urbanización Alto Verde. Además de la tragedia que representa este hecho, para muchos despierta serias dudas sobre la forma en la que se está planificando la ciudad y cada una de las construcciones que se levantan sobre el Valle.
A diferencia de un sector vulnerable, en donde no hay planificación ni acceso a muchos de los servicios básicos, en El Poblado, en cambio, sí se da un estudio técnico previo, una planificación detallada y un alto costo de la tierra que supone mayor conciencia, inversión y calidad en la realización de los trabajos de ingeniería. Bajo estas condiciones, ¿qué pasó entonces?
Para Hernán Eduardo Martínez, jefe de la Escuela de Ingeniería Civil de la Facultad de Minas, no se pueden descartar las precipitaciones acumuladas de lluvia del último mes, así como la falta de rigurosidad con la que se hayan hecho los estudios y diseños geotécnicos de las obras.
Según el experto, “en general, está faltando en la ciudad una política muy seria que supervise los estudios geotécnicos que se realizan para cada obra. Hay que empezar a tomarse en serio la variabilidad de los parámetros geotécnicos de los suelos e incorporar unos niveles de detalle mucho más profundos”.
Sin desconocer la tarea de las autoridades ambientales y de los organismos de control de este tipo de obras, al parecer, la ciudad ha llegado a unos niveles de densificación que limitan con una amenaza evidente.
José Humberto Caballero Acosta, profesor de la Facultad de Minas, explica que “por vivir en una ciudad o en una región que tienen condiciones de ser un valle profundo con pendientes de moderadas a fuertes, en el que llueve mucho y en el que hemos utilizado un modelo de ocupación intensivo del territorio, es muy probable que sigan presentándose estas situaciones de emergencia”.
De acuerdo con los expertos, estas alertas no son nuevas. Al contrario, desde hace unos años se viene insistiendo en la necesidad de repensar la planificación de la ciudad y sus horizontes de expansión a partir de estudios y de evaluaciones concretas.
“El problema es que existe un periodo de tiempo relativamente largo entre el momento en el que se presenta un informe o un estudio técnico y su posterior impacto en la creación de un decreto o ley que lo justifique”, explica el profesor Martínez.
El estudio Evaluación de amenaza, vulnerabilidad y riesgo en el Valle de Aburrá, elaborado por un grupo interdisciplinario de la UN en Medellín, señala que “el 10 por ciento del territorio del Valle de Aburrá está con algún nivel de amenaza importante o crítica”. Ello supone que a corto plazo hay que tomar una serie de medidas necesarias para que tragedias como la de El Poblado no se vuelvan a presentar, teniendo en cuenta que mientras más alta sea una pendiente, más difíciles serán las condiciones de ocupación.
El profesor Caballero afirma que “hay una capacidad máxima de soportar la ocupación. Expandir una ciudad en las altas pendientes es inviable aquí y en cualquier parte, más en un país con las condiciones de humedad que tiene éste. Es necesario volver a pensar el modelo de ciudad que tenemos y el que queremos, así como establecer normativas cada vez más exigentes que nos permitan controlar a las constructoras”.
Otro factor a tener en cuenta, señalado por el profesor Martínez, “es la realización de estudios con mayor detalle y no con un carácter puntual, como se está haciendo en la actualidad”.
Y si hasta el momento las situaciones de emergencia más graves se han presentado en los sectores sociales más vulnerables de la ciudad, eso no quiere decir que el riesgo sea exclusivo, porque como lo demostraron los hechos recientes, la ciudad está sumida en un modelo de ocupación insostenible, que de no reevaluarse, seguirá generando este tipo de emergencias en todos los estratos socioeconómicos.
(FIN/AE/FEB)Nº 838
El deslizamiento ocurrido el domingo anterior en el sector la Cola del Zorro, del exclusivo barrio El Poblado de Medellín, puso en evidencia una realidad de la ciudad que pocos se han atrevido a enfrentar: una transformación del territorio y una densificación intensa en las laderas. Así lo afirmaron expertos en Geología y Obras Civiles de la UN en Medellín.
La ciudad, acostumbrada a vislumbrar este tipo de hechos en zonas marginales, vio con sorpresa cómo cerca de 45 mil metros cuadrados cúbicos de tierra cayeron sobre seis viviendas de la urbanización Alto Verde. Además de la tragedia que representa este hecho, para muchos despierta serias dudas sobre la forma en la que se está planificando la ciudad y cada una de las construcciones que se levantan sobre el Valle.
A diferencia de un sector vulnerable, en donde no hay planificación ni acceso a muchos de los servicios básicos, en El Poblado, en cambio, sí se da un estudio técnico previo, una planificación detallada y un alto costo de la tierra que supone mayor conciencia, inversión y calidad en la realización de los trabajos de ingeniería. Bajo estas condiciones, ¿qué pasó entonces?
Para Hernán Eduardo Martínez, jefe de la Escuela de Ingeniería Civil de la Facultad de Minas, no se pueden descartar las precipitaciones acumuladas de lluvia del último mes, así como la falta de rigurosidad con la que se hayan hecho los estudios y diseños geotécnicos de las obras.
Según el experto, “en general, está faltando en la ciudad una política muy seria que supervise los estudios geotécnicos que se realizan para cada obra. Hay que empezar a tomarse en serio la variabilidad de los parámetros geotécnicos de los suelos e incorporar unos niveles de detalle mucho más profundos”.
Sin desconocer la tarea de las autoridades ambientales y de los organismos de control de este tipo de obras, al parecer, la ciudad ha llegado a unos niveles de densificación que limitan con una amenaza evidente.
José Humberto Caballero Acosta, profesor de la Facultad de Minas, explica que “por vivir en una ciudad o en una región que tienen condiciones de ser un valle profundo con pendientes de moderadas a fuertes, en el que llueve mucho y en el que hemos utilizado un modelo de ocupación intensivo del territorio, es muy probable que sigan presentándose estas situaciones de emergencia”.
De acuerdo con los expertos, estas alertas no son nuevas. Al contrario, desde hace unos años se viene insistiendo en la necesidad de repensar la planificación de la ciudad y sus horizontes de expansión a partir de estudios y de evaluaciones concretas.
“El problema es que existe un periodo de tiempo relativamente largo entre el momento en el que se presenta un informe o un estudio técnico y su posterior impacto en la creación de un decreto o ley que lo justifique”, explica el profesor Martínez.
El estudio Evaluación de amenaza, vulnerabilidad y riesgo en el Valle de Aburrá, elaborado por un grupo interdisciplinario de la UN en Medellín, señala que “el 10 por ciento del territorio del Valle de Aburrá está con algún nivel de amenaza importante o crítica”. Ello supone que a corto plazo hay que tomar una serie de medidas necesarias para que tragedias como la de El Poblado no se vuelvan a presentar, teniendo en cuenta que mientras más alta sea una pendiente, más difíciles serán las condiciones de ocupación.
El profesor Caballero afirma que “hay una capacidad máxima de soportar la ocupación. Expandir una ciudad en las altas pendientes es inviable aquí y en cualquier parte, más en un país con las condiciones de humedad que tiene éste. Es necesario volver a pensar el modelo de ciudad que tenemos y el que queremos, así como establecer normativas cada vez más exigentes que nos permitan controlar a las constructoras”.
Otro factor a tener en cuenta, señalado por el profesor Martínez, “es la realización de estudios con mayor detalle y no con un carácter puntual, como se está haciendo en la actualidad”.
Y si hasta el momento las situaciones de emergencia más graves se han presentado en los sectores sociales más vulnerables de la ciudad, eso no quiere decir que el riesgo sea exclusivo, porque como lo demostraron los hechos recientes, la ciudad está sumida en un modelo de ocupación insostenible, que de no reevaluarse, seguirá generando este tipo de emergencias en todos los estratos socioeconómicos.
(FIN/AE/FEB)Nº 838
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